Un grito no es equivalente a una palabra. El grito es, por el contrario, una especie de lado B de las palabras: mucho más potente, incivilizado y revitalizante. Los gritos suelen marcar límites. Un grito no es equivalente a una palabra. El grito es, por el contrario, una especie. Se oyen gritos de chicas por las noches, de Flavia Garione, podría leerse así: como un llamado generacional parecido al de los Thundercats pero en clave de una escritura punk, feminista y neobarrocker, es decir, encriptada en sus propias efervescencias y chisporroteos barderos. Aunque acá el «bardo» no debería remitir tanto al descontrol como a la voz: me refiero a los nómades que deambulaban recitando y declamando sus poemas. A la vez hay algo de superpoder inútil en el modo que tiene Flavia de encarar su escritura poética: la pudorosa e inconfesable melancolía de una heroína del amor que se juega su última ficha entre el dolor y la nada. «¿Qué estoy haciendo acá engañando a todos?». Hay algo performático en cada verso, como si el poema tuviera un costado escénico y la voz se cargara de una amplificación actoral melodramática y satírica. Hay un llamado al riesgo, a jugársela, un llamado a organizarnos entre amigas y amigos, a corto plazo, pensar qué vamos a comer esta noche, cómo nos vamos a vestir para salir, qué música sonará en la lenta fiesta de despedida de una juventud que prometía ser eterna pero no; un llamado, por último, que es también –como en ese hermoso poema de Auden– un llamado a saltar sin mirar. ¿Se la bancan?
NUM. PÁGINAS 84
Flavia Garione nació Buenos Aires, 1990. Poeta y profesora en Letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata. Dicta las materias Taller de Oralidad y Escritura I y el Seminario de Poesía Latinoamericana “Contra la lagrimita” en la UNMdP. Desde 2011 forma parte del grupo organizador del Festival de Poesía de Acá, de la ciudad de Mar del Plata. Organiza los ciclos FLR (Frente de liberación del ruido) y Runrún. En el marco de una beca doctoral del CONICET, lleva adelante la investigación “Modulaciones musicales y figuras de la voz en la poesía argentina contemporánea”, dirigida por Ana Porrúa. Publicó artículos sobre poesía argentina contemporánea y música. Es autora de los libros Museo Local (Sacate el saquito, 2012), Mi mente es como un dj malo (Neutrinos, 2013), Se oyen gritos de chicas por las noches (Caleta Olivia, 2019) y Lumpenproletariado (Triana, 2019). Es asistente de redacción de la revista El jardín de los poetas y colaboradora del archivo de puestas en voz y performances de poesía latinoamericana contemporánea Caja de resonancia. Desde el 2021 integra con Paula Elgarrista el dúo de poesía y arte sonoro Woki & Toki.
Un grito no es equivalente a una palabra. El grito es, por el contrario, una especie de lado B de las palabras: mucho más potente, incivilizado y revitalizante. Los gritos suelen marcar límites. Un grito no es equivalente a una palabra. El grito es, por el contrario, una especie. Se oyen gritos de chicas por las noches, de Flavia Garione, podría leerse así: como un llamado generacional parecido al de los Thundercats pero en clave de una escritura punk, feminista y neobarrocker, es decir, encriptada en sus propias efervescencias y chisporroteos barderos. Aunque acá el «bardo» no debería remitir tanto al descontrol como a la voz: me refiero a los nómades que deambulaban recitando y declamando sus poemas. A la vez hay algo de superpoder inútil en el modo que tiene Flavia de encarar su escritura poética: la pudorosa e inconfesable melancolía de una heroína del amor que se juega su última ficha entre el dolor y la nada. «¿Qué estoy haciendo acá engañando a todos?». Hay algo performático en cada verso, como si el poema tuviera un costado escénico y la voz se cargara de una amplificación actoral melodramática y satírica. Hay un llamado al riesgo, a jugársela, un llamado a organizarnos entre amigas y amigos, a corto plazo, pensar qué vamos a comer esta noche, cómo nos vamos a vestir para salir, qué música sonará en la lenta fiesta de despedida de una juventud que prometía ser eterna pero no; un llamado, por último, que es también –como en ese hermoso poema de Auden– un llamado a saltar sin mirar. ¿Se la bancan?
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Flavia Garione nació Buenos Aires, 1990. Poeta y profesora en Letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata. Dicta las materias Taller de Oralidad y Escritura I y el Seminario de Poesía Latinoamericana “Contra la lagrimita” en la UNMdP. Desde 2011 forma parte del grupo organizador del Festival de Poesía de Acá, de la ciudad de Mar del Plata. Organiza los ciclos FLR (Frente de liberación del ruido) y Runrún. En el marco de una beca doctoral del CONICET, lleva adelante la investigación “Modulaciones musicales y figuras de la voz en la poesía argentina contemporánea”, dirigida por Ana Porrúa. Publicó artículos sobre poesía argentina contemporánea y música. Es autora de los libros Museo Local (Sacate el saquito, 2012), Mi mente es como un dj malo (Neutrinos, 2013), Se oyen gritos de chicas por las noches (Caleta Olivia, 2019) y Lumpenproletariado (Triana, 2019). Es asistente de redacción de la revista El jardín de los poetas y colaboradora del archivo de puestas en voz y performances de poesía latinoamericana contemporánea Caja de resonancia. Desde el 2021 integra con Paula Elgarrista el dúo de poesía y arte sonoro Woki & Toki.
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